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Cuando ser «normal» marca la diferencia

La «profundidad de la sencillez» puede ser tan potente o más que la brillantez. Solo exige al que la adopta no pretender ser lo que no es. Pero normalmente hace falta un gran maestro para reconocerla.

Lee ChanghoAcabábamos el último post de esta serie con una referencia a Cho Hun-hyeon, el último discípulo de Segoe. Cho no solo fue un gran jugador, fue ante todo un gran maestro.

Un día Cho recibió un pedido de un profesor de Go, Cheon Yeong Seon. Cheon quería que tomara como discípulo a uno de sus alumnos más jóvenes. Intuía que el chaval, un niño todavía, podría llegar a ser un profesional, pero le advertía que le faltaba «myoshu», la brillantez para hacer movimientos sorprendentes e innovadores.

Cho recibió al chico en su casa-escuela y jugó una primera partida con él para evaluar sus habilidades. Sus movimientos eran poco intuitivos y no parecía tener una especial capacidad analítica. Como es tradicional, al día siguiente le pidió que reconstruyera la partida movimiento a movimiento para poder analizarla. Pero el muchacho tampoco tenía una gran memoria, algo que se considera básico para un jugador profesional y ni siquiera pudo recordar la configuración final del tablero.

Cheon dio por perdidas las posibilidades del chico, pero, sorprendentemente, Cho, le invitó a quedarse una temporada más en su casa. Había «sentido algo» en él. Observó que el chaval se abstraía con frecuencia, que no tenía mala cabeza para el cálculo y que se dedicaba a estudiar cuando nadie le veía. Así que empezó a dedicarse con especial atención a él. Tenía una apuesta: ayudarle a convertirse en lo que llamó «un tipo diferente de genio».

El chico no era un hacker al estilo de Minoru y Go Seigen y había que partir de reconocerlo. No, no tenía esa genialidad sorprendente del myoshu. ¿Pero esa era la única manera de desarrollar un estilo propio? Cho le animó a jugar como pensaba, a ser él mismo sobre el tablero, a convertirse en maestro de los movimientos sencillos y la «normalidad». Ganó seguridad. En menos de un año fue aceptado en el sistema de preparación de profesionales y al año siguiente ganaba su primer dan profesional después de quedar tercero en el mundial juvenil de Go. Con solo 17 años ganó su primer torneo internacional. Lee Changho, así se llamaba, llegaba a la fama. A partir de entonces y por más de once años se convertiría en la principal figura mundial del Go.

Yuang Zhou dedica a aquel primer gran éxito la primera mitad de su libro sobre él. Repasando sus jugadas lo más sorprendente es su radical «normalidad», su comprensibilidad para todo el mundo. A diferencia de lo que pasa con el juego de la mayoría de los grandes profesionales, el juego de Changho es comprensible para un aficionado. Y es ganador. El jugador que tenía delante en aquella partida, Rin Kaiho, no era ningún amateur sino la principal figura japonesa del momento y ostentaba en aquel momento los dos títulos más prestigiosos de la isla: el Honimbo y el Meijin.

El estilo de Lee es mantener las cosas simples y claras (…). Hay pocos movimientos deslumbrantes o chocantes. Muestra una paciencia increible, lo que es aun más impresionante cuando tienes en cuenta que solo tenía 17 años cuando jugó esta partida. (…) Lee nos muestra que jugando movimientos normales puedes de hecho ser muy bueno en el go. Por supuesto debes tener un profundo conocimiento de los movimientos corrientes. Pero no hay necesidad de ser extravagante o jugar movimientos raros. Basta ser claro y sencillo para ser muy potente.

Moraleja

La biblioteca Sensei define el estilo de Lee Changho como «la profundidad de la sencillez» y recoge no pocas frases admiradas de sus oponentes más famosos, a los que «el Buda impasible», ganó una y otra vez. De hecho, tuvieron que pasar once años y aparecer una generación nueva de jugadores -la actualmente hegemónica, con Lee Sedol, el actual número uno mundial a la cabeza- para que Lee Changho perdiera un torneo.

Cuando eso pasó, le preguntaron a Cho, su maestro, si se había acabado la «era Lee Changho». Este respondió que no, que simplemente por fin había encontrado jugadores de su nivel. Y llevaba razón: la radical sencillez de Lee Changho, incomprendida hasta por su primer profesor, había llevado el arte del Go un paso más allá.

«Cuando ser «normal» marca la diferencia» recibió 9 desde que se publicó el Martes 3 de diciembre de 2013 dentro de la serie «» . Si te ha gustado este post quizá te gusten otros posts escritos por David de Ugarte.

Comentarios recibidos a través de la Matriz, nuestro nodo GNUsocial

  1. Qué linda historia y qué enseñanza la del maestro que puede ver más allá de una aparente ausencia de genialidad 🙂

  2. Gracias!! Esa es la segunda parte que quería contar y tenía dudas sobre si se destacaba lo suficiente: el rol del maestro. Si con el hacker brillante como Go Seigen es fundamental, con el chico normal es aun más importante, porque el verdadero maestro es, antes de nada, el que lo sabe valorar.

  3. Me gusta el foco en trabajar sobre las capacidades para crear un estilo propio, no tanto sobre la emulación sino sobre objetivos. La historia de Cho Hun-hyeon me parece que la refleja a la perfección. Es genial esta serie de Go 😀

  4. Gracias Malka!! Estoy aprendiendo muchísimo haciéndola y lo más curioso es que me lleva una y otra vez a valorar la figura del maestro y a recordar y agradecer a los nuestros, que supieron mirarnos y ayudarnos a crecer.

  5. Bueno si ya el Go es esencialmente minimalista, entonces «la profundidad de la sencillez» es la estrategia que lleva ese minimalismo a su máxima expresión… inspiración total! 🙂

  6. Cuando nos veamos vamos a reconstruir esa partida, te va a encantar, es clara, comprensible… y al mismo tiempo sorprendente en los momentos críticos porque te das cuenta de que Changho apostaba por eso casi treinta movimientos antes de una manera tan clara que su rival simplemente… no lo pudo ver. Como si sugiriese que el efecto sorpresa se debiera precisamente a la sinceridad sobre las propias pretensiones.

  7. La relevancia de los maestros aún se engrandece más con este bonito relato. Con otros maestros con visiones homogeneizadoras, es posible que no pudiéramos ahora saber de Lee Changho como el gran jugador de Go en que se convirtió.

  8. Me quedo ante todo con este comentario… suena a honestidad entre trampas en las trampas de las trampas…

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  1. […] Pero el miedo, el pánico ante el fracaso, sigue ahí. Perfección o nada. La vida, como el famoso estilo coreano de Go, se vuelve entonces brutal. No deja de ser bella, contundente, tensamente hermosa; pero no queda […]

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